Noé Velázquez es profesor en la Universidad Autónoma de Chapingo, junto con un grupo de alumnos crearon un robot agricultor que ayuda en las tareas del campo, como sembrar, cosechar, regar las plantas y poner fertilizante. “La idea de las máquinas no es eliminar a las personas del campo, sino ayudarlas. Hay cosas que una persona no debería hacer, porque son muy cansadas o peligrosas, como el uso de pesticidas”, dice Noé.
El proyecto surgió cuando ganó una de las 13 becas que daba el gobierno para estudiar la maestría en Japón. “Allí la agricultura es familiar, pero todo se hace con máquina. Tuve un shock, aquí aún usamos la yunta”, comenta el doctor.
Cuando era niño, Noé ayudaba a sus padres a trabajar en el campo, hacía tareas como sembrar y cosechar semillas, pero él quería dedicarse a estudiar. “Mis papás me dejaron ir con la condición de que si no sacaba buenas calificaciones me regresaba a cultivar”, recuerda.
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En México, hay más de cinco millones de personas que se dedican a actividades agrícolas. De ellos, 56% son agricultores y 44% peones o jornaleros. El promedio de escolaridad de la población con esta ocupación es de 5.9 años, es decir, primariaincompleta; de acuerdo con cifras del Inegi.
En el pueblo de Noé, Temascaltepec, Estado de México, sólo había 300 habitantes, por lo que para llegar a la primaria más cercana hacía más de una hora de camino. Cuando terminó la prepa intentó quedarse en la universidad en Chapingo pero no pudo. Estudió más hasta que lo logró, “la segunda vez me quedé en el Tec de Toluca también pero preferí Chapingo por la economía”.
De cada cien trabajadores agrícolas, 66 son remunerados y 34 no reciben ningún ingreso. Ganan en promedio 18 pesos por hora.
Noé y su familia se dedican a la siembra de aguacate, árboles frutales, maíz, papas, chícharos y desde hace 15 años a las flores, porque aseguran, deja más dinero.
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Él y su hermano vigilan los campos y terrenos de su familia, por eso también le gustaría simplificar las tareas para que de esta manera las labores sean más sencillas. “Aquí todo es muy tradicional, seguimos haciendo lo mismo que hacían hace 400 años.”
El robot mexicano
En 2013, Noé hizo la maestría y se incorporó a Chapingo en 2014 como profesor de robótica. A sus primeros alumnos les propuso la idea de hacer el robot, así conforme iban avanzando los ciclos escolares, cada grupo añadía algo al proyecto.
Iniciaron el primer prototipo con lo más barato y utilizando lo que tenían a la mano, en ese entonces el robot sólo podía girar. “Aprendimos bastante. Nos dimos cuenta de que para la agricultura no funcionaría porque los motores eran muy pequeños, además la altura estaba muy cercana al suelo y los motores estaban conectados a las ruedas. Tampoco era muy estético que digamos”, explica Noé.
El segundo prototipo tenía los motores arriba, para que al usarlo en el campo no hubiera problema de que se le metiera la tierra o el agua y afectara la maquinaria. En un principio usaba ruedas de un triciclo, ahora son agrícolas. Junto con los motores y controles, fue lo único que compraron porque toda la estructura mecánica está hecha por el equipo.
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Ahora funciona con una aplicación que calcula la cantidad, frecuencia y distancia, y se programa la forma en la que debe sembrar. De esta manera mide la distancia entre los surcos para que funcione correctamente y no choque con las plantas y las maltrate.
En forma manual el robot está adaptado para operarse con un control de Play Station. Está diseñado para usarse por computadora con la finalidad de hacer cálculos en tiempo real, debido a que se pierde la precisión con el programa OpenCV, programado en Lenguaje C, un software libre.
Esta es la versión actual que se ha desarmado y reconstruido desde hace dos años cuando inició el proyecto. Se hacen las mismas pruebas para ver que los cambios hayan funcionado. “Empezamos de cero y llegamos a lo mismo que tenemos pero con modificaciones”, dice Noé.
Sus principales funciones son: regar los cultivos, plantar las semillas y recoger lo que ya está cosechado, además de poner el fertilizante. Tiene dos tipos de sembradoras: una para granos pequeños como el arroz y el trigo y otra para granos grandes, como el maíz. La semilla se pone en el embudo, que soporta medio kilo de maíz y hasta un kilogramo en granos pequeños. También tiene un tanque de agua con el que riega las plantas y pone el fertilizante.
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Con información de El Universal